Modernidad y diseƱo
modernidad y diseƱo,
en el Discurso sobre la prƔctica,
Una MANERA DE PROVOCACIĆN
Por Fabio Ciro
Este escrito intenta poner de manifiesto la influencia de los discursos de la posmodernidad sobre los nuevos discursos en la prĆ”ctica de su diseƱo. Asumo que, en lo que conocemos como la “crisis de la modernidad “ se resquebraja tambiĆ©n el corpus de un discurso sobre su praxis, -entendido como heredero suyo-, lo que da lugar a nuevas posturas y argumentaciones que, a su vez, modifican la propia prĆ”ctica y determinan la expansiĆ³n de su campo. Ćsto parte del campo filosĆ³fico para comprender el debate de la modernidad y posmodernidad, analizando sus influencias y matices.
Me interesa el cĆ³mo adoptar un sistema de pensamiento, y con Ć©ste, su avance o competencia que me ayuda a una compresiĆ³n de la vida, el mundo y sus mĆŗltiples posibilidades que desde la epistemologĆa se empieza a creer y a crear sus pertinentes debates, en perspectiva ontolĆ³gicas, sean estas del idealismo, el escepticismo o las diversas dinĆ”micas del pensamiento.
¿De quĆ© manera estas posturas abordan el conocimiento?
Desde un perfil de "epistemĆ³logo experimental", tenemos por idealismo
lo que se manifiesta como un
escepticismo sobre la posibilidad de saber cualquier cosa independiente
de
nuestra mente. En un sentido sociolĆ³gico, el idealismo enfatiza cĆ³mo las
ideas
humanas, especialmente las creencias y los valores, dan forma a una
determinada sociedad tal vez relacionada con nuestra capacidad del principio de realidad, asociaciĆ³n y contexto.
El idealismo ontolĆ³gico afirma que la idea existe en un orden “extra mental”, entre la fluidez o el movimiento, es decir, como una idea dentro de una realidad circundante, y Ć©sta es la sombra o apariencia de esa idea. En cambio, el idealismo empĆrico es el que identifica la idea con la sensaciĆ³n, y niega ademĆ”s que dentro de la realidad existe un ser subsistente o sustancial.
Dentro de ciertos esquemas generales compartidos por los pensadores denominados idealistas, (siendo Emmanuel Kant, su mayor exponente), tenemos a pensadores que participan de un espĆritu comĆŗn: todos ellos se proponen una creaciĆ³n de un vasto sistema de filosofĆa que intenta mostrar el ideal kantiano una "metafĆsica Futura" la cual La CrĆtica de la razĆ³n pura, aporta tan sĆ³lo proyecciones teĆ³ricas o cuestiones entre el concepto de la diferencia y la idea propia. Ćste edificio conceptual con el que se piensa el mundo se encuentra ligado e intrĆnsecamente fundamentado implicando cada concepto en el que "nos habla” de otros enunciados o teorĆas, formando una suerte de laberinto o caleidoscopio filosĆ³fico que articula su propia visiĆ³n de la realidad.
Para ello estudiĆ© su nociĆ³n de verdad en el sentido de lo que conocemos como una forma de todas sus definiciones o representaciones; la "espiritualizaciĆ³n" de la Verdad y la Realidad es la importancia de los principios racionales, entre ellos el principio de identidad junto a la luz de la razĆ³n, y de la inadvertida contradicciĆ³n que a todos nos habita y nos hace tan relativamente humanos. A su vez, encontrĆ© tambiĆ©n el peculiar e importantĆsimo concepto que indica que cada sustancia individual posee una nociĆ³n completa e ideal, entre el movimiento y el caos donde se encuentra la esencia completa de cada sustancia. Finalmente, me convencĆ que el Universo requiere de una infinita multiplicidad de sustancias, osea: sus ideas.
A grandes rasgos observĆ© una interpretaciĆ³n que ha establecido una cierta distinciĆ³n en el desarrollo del pensamiento como transiciĆ³n entre las ideas y el pleno desarrollo de un sistema filosĆ³fico. En palabras del filĆ³sofo Leibniz, sostuvo: “cuando buscaba las razones Ćŗltimas del mecanicismo y de las leyes mismas del movimiento me sorprendiĆ³ ver que era imposible encontrarlas en la matemĆ”tica y que habĆa que volver a la metafĆsica.” Desde este punto de vista mĆ”s ontolĆ³gico, esto parece la formulaciĆ³n de una teorĆa de la sustancia.
El abordaje analĆtico o cientĆfico para entender al mundo —a travĆ©s de una observaciĆ³n y un anĆ”lisis reduccionista— se hallan poderosas ideas Ćŗtiles para predecir y controlar la naturaleza por el bien de la humanidad. Sin embargo, estos beneficios tambiĆ©n trajeron consecuencias negativas, ambas para la naturaleza y la humanidad.
La naturaleza no es una colecciĆ³n de elementos orgĆ”nicos e inorgĆ”nicos que existen aisladamente, como tampoco la humanidad es una colecciĆ³n de individuos aislados. Todo estĆ” relacionado con grados de variabilidad e intensidad. Estas relaciones producen cualidades y atributos en mĆŗltiples niveles de resoluciĆ³n. La complejidad, un atributo caracterĆstico derivado como consecuencia de esta dinĆ”mica de las relaciones, es la regla en el mundo real, mientras que la simplificaciĆ³n y el pensamiento reduccionista, tal como el de ignorar las relaciones y sus contextos evidentemente histĆ³ricos, es en sĆ, una distracciĆ³n peligrosa.
Se dice que esta era moderna naciĆ³ con el establecimiento de la subjetividad, este discurso se caracteriza por la competencia constante entre una multiplicidad de juegos del lenguaje, sin que alguno se postule como la forma legĆtima de dar cuenta de la realidad. De este modo, a partir de la des-legitimaciĆ³n de la racionalidad, postula el fin de la historia, revelando que, en esta Ćŗltima, la razĆ³n solo ha sido una entre otras narrativas, ( como un gran relato), una construcciĆ³n del discurso dentro de una determinada cultura, organizando mensajes desde la industria del entretenimiento, el consumo desaforado, la auto realizaciĆ³n, discursos que surgen desde borrosos y sospechosos postulados neo liberales, que nos han vendido la supuesta "armonĆa" de que siempre se debe de estar “contento” con uno mismo, no importa el cĆ³mo, no importa si esto es algo grave, destructivo, sutil o pasajero… Todo dentro de las lĆ³gicas de un modelo ultra capitalista enraizado en lo que asumimos como “cultura”, y en donde el desfile de lo superficial, y el conformismo como aceptaciĆ³n de un sistema de producciĆ³n consumista e invisiblemente devorador de una conciencia sensible, creando una moldeada “normalidad” donde el sujeto es ve resignado a la lĆ³gica perversa de la explotaciĆ³n, que no solo va de la mano oculta del capitalismo, sino, dentro de un “capitalismo emocional” que nos gobierna a todos, encontrĆ”ndonos ahĆ tan inmĆ³viles como inmersos , muchas veces, de manera involuntaria, o inconsciente.
Es en esta otra perspectiva, u otra lĆnea de interpretaciĆ³n con el pensamiento polĆtico y social que se ajusta a la propuesta por Marx. Esta interpretaciĆ³n estĆ” centrada en un desafĆo escĆ©ptico, que no plantea el problema de cĆ³mo se determina la respuesta correcta, lo que supondrĆa adoptar una forma de escepticismo epistemolĆ³gico, o adoptar una perspectiva que estĆ” diseƱada para refutar la comprensiĆ³n del discurso sobre reglas en tĆ©rminos de condiciones de verdad, con lo cual logra asestar el golpe definitivo al realismo clĆ”sico, al encontrar que su problema (el de las condiciones de verdad, de la correspondencia del mundo con nuestros enunciados) no se puede responder incluso en el dominio con el problema de la trascendencia, la cual nos plantea (presuntamente tendrĆamos acceso directo a los estados en los que consiste significar una cosa antes que otra), el “desafĆo escĆ©ptico” que da lugar a una suerte de guardiĆ”n de las convenciones lingĆ¼Ćsticas, la hostil innovaciĆ³n conceptual, y una teĆ³rica-poĆ©tica en tanto y cuanto a las referencias estructurales que tiene fundamentalmente sus bases en el dogma (o sistema) y sus anĆ”lisis desde el materialismo histĆ³rico, tal y como el que conocemos hoy.
DirĆamos que resulta “hostil” al desarrollo de teorĆas o esas nuevas propuestas filosĆ³ficas, reflexionĆ”ndolas desde la dialĆ©ctica del lenguaje, aunque no en los otros Ć”mbitos de una “convicciĆ³n, y concepciĆ³n sobre los problemas filosĆ³ficos cuando surgen por confusiones respecto al uso efectivo de postulados y conceptos.
En estas lĆneas y con este texto, puedo terminar diciendo que me permiten ubicar mis lecturas sobre Kant, en relaciĆ³n a la razĆ³n, la realidad y lo que podemos afirmar como "Discurso", unas coordenadas filosĆ³ficas, como por ejemplo aquellas tan importantes en la cultura filosĆ³fica francesa, que hablan de una filosofĆa de la sujeciĆ³n del sujeto, o podemos sugerir en esta divagaciĆ³n filosĆ³fica unas consecuencias, que no han sido extraĆdas plenamente, pero que me permiten inscribirla en una lĆnea que se remonta tambiĆ©n hasta Spinoza, por lo que es posible hallar esa posibilidad de conectar unos hilos sublimes de interpretaciĆ³n sobre el sentido de lo simbĆ³lico, lo real o lo imaginario.