Una mirada al espacio poético de Lina Pez

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Un asomo, una mirada, al espacio poético en el mundo de la poeta y guionista colombiana Lina Maria Gómez (Lina Pez), en torno a sus silencios, objeciones, y visión poética de la vida.

Las sensaciones que ofrece la memoria de su retina, iluminan cual espejo a mediodía, o como esa lámpara que siempre está ahí; encendida hasta medianoche,cuando la apaga aquel lázaro facultativo.

 


 

"Alguien me dijo
una vez

Que mis poemas estaban inconclusos, tal vez sea cierto, como
la vida misma" 

Lina Pez.

 


 Lina, ¿Por qué la Poesía en tu vida?



Tendría que responderte, con una frase que acuñé en mi biografía, hace algunos años: “Nací un 27 de noviembre cuando los astros me inocularon el bicho inevitable de la poesía, desde entonces no descanso en paz”. Es cuestión del destino, creo que la poesía escoge a los poetas y no al
contrario. Entre otras cosas porque ser poeta no es nada fácil, se debe saber de sufrimientos profundos y trascendencias del alma para serlo y cargar con el estigma de ser un bicho raro en una sociedad cada vez más deshumanizada e intrascendental.




Lina, háblanos de tus inicios en el mundo de la escritura y la poesía,
¿cómo crees que escribes?, ¿desde dónde escribes?

 

Escribo desde siempre, es una actitud que creo traer de vidas
anteriores, el primer poema que escribí en esta existencia mundana, lo
hice alrededor de mis 9 o 10 años, se lo escribí al pueblo donde me
crié, en tierra caliente a orillas del río Cauca y desde donde se podía
percibir la brisa marina, de ahí mi gran amor por el mar.
Me cuesta trabajo sentarme a escribir con disciplina, como un escritor
de oficio; escribo de una manera espontánea, mis poemas son
epifanías, cosas de instantes, pero sentimientos que se coagulan con
el tiempo; es como llorar, por ejemplo lloro muy poco pero cuando lo
hago, sale un caudal torrentoso difícil de parar, así es mi escritura,
aunque me cuido mucho de parecer plañidera y cursi. Alguien me dijo
una vez que mis poemas estaban inconclusos, tal vez sea cierto, como
la vida misma.


Escribo desde el fondo de mi alma, odio las posturas intelectuales y
las frases forzadas, si las palabras no fluyen no me preocupo, espero
que venga el tiempo donde se hagan posibles.




¿Qué recuerdas de tu experiencia en Cuba?

 

Estuve tres meses en Cuba en pleno periodo especial a finales de
1998, me hubiera gustado encontrarme con Fidel Castro, pero lo veía
sin embargo reflejado en la cara de su pueblo satisfecho e
insatisfecho.


Cuba es un país maravilloso, me sorprendió el alto nivel cultural de su
pueblo, cuando las personas de a pie, en las calles de la Habana me
preguntaban por mi país, lo hacían desde la literatura, no sólo Gabriel
García Márquez, me citaban a Tomas Carrasquilla o se preocupan y
hasta me compadecían por vivir en un país tan violento… en fin.
Cuba es una cajita de música, huele a tabaco y a ron todo el tiempo y
siempre hay un bolero circulando desprevenido por el aire,
casualmente pienso que es un sitio ideal para escribir una novela
como lo hizo Hemingway, incluso conocí el hotel donde vivió, recuerdo
que tenía un hermoso ascensor de hierro forjado, ese es el tipo de
cosas que me enamoraron de la isla maravillosa.

 

En las selvas del pacífico chocoano qué es lo “real maravilloso”, eso especial que se quedó en tu corazón o retinas, ¿esta magia selvática ha influido en tus recientes trabajos de poesía?

 

Bueno para empezar mi querido poeta Ciro, terminé anclada no en
el Pacifico sino en Atlántico, en el Golfo de Urabá, en la parte
Chocoana, en una hermosa geografía compuesta de mar y selva; La
selva nos viene de una estribación del Tapón del Darién, el segundo sitio más biodiverso del mundo después del Amazonas. Llegue allí hace 27 años por primera vez y lloré de la emoción al encontrarme con playas casi vírgenes donde desembocaban ríos transparentes, en cuyas riveras se paseaban muy campantes los monos.

Por esos días yo andaba leyendo a Emilio Salgari y su Sandokán, no
sé si me empeliculé demasiado, como buena guionista, pero creí ver el
tigre de la Malasia en este lugar. Ahora siento que pertenezco más allí
que a la ciudad.  Tengo relatos testimoniales de este lugar y por supuesto mi poesía se ha venido nutriendo de esta experiencia selvática desde entonces.

 

 

¿Crees que es posible que nuestro país tenga una mejor sociedad?



Sí, claro que sí, pero es un camino largo, hay que hacer un trabajo
de base y continúo; Tengo toda mi fe puesta en el gobierno de
Gustavo Petro y en la continuidad de su trabajo a través de la
germinación de la semilla que ahora está sembrando.

 

 

 

¿Crees que todavía a los artistas les está faltando conquistar batallas
dentro de esta cultura o idiosincrasia que tenemos?


 

Claro que sí, la primera batalla que tenemos que dar es la de luchar
contra la ignorancia, porque, aunque somos un país muy rico
culturalmente hablando, somos un pueblo bastante inculto ya que el
sistema estatal había tenido abandonada la educación y la cultura fue
la cenicienta del paseo. Cuando veo un ciudadano arrojando basura a la calle o contaminando el medio ambiente me planteo que básicamente es un problema de educación; por eso he venido trabajando a título personal en la educación de los niños de mi comunidad.

 


 

¿Qué poetas locales (o colombianos) admiras?

 Mis poetas de cabecera en Colombia son León de Greiff, los
nadaístas: Jaime Jaramillo Escobar, Gonzalo Arango y Jota Mario
Arbeláez y llevo en mi corazón la poesía de Raúl Gómez Jattin.
Aunque como mi género favorito es la poesía breve, me encanta en
este sentido los haikus de Raúl Henao.
Creo que, entre las mujeres, es muy valiosa la poesía de Piedad
Bonnett, Ángela García y Orietta Lozano.

 

 

 

¿Qué poesía no lees, no te llega, no sientes?



 Odio de todo corazón la cursilería, me enerva; creo que se ha
prostituido la idea del amor, hay muy mala poesía en ese sentido, no
quisiera compararla con ciertos géneros musicales porque no quiero
ser peyorativa.
Creo que en las redes sociales está circulando muy mala poesía que
se apoya por una buena imagen y eso es publicidad, no poesía.
Prefiero la poesía breve, no me gusta la reiteración en las imágenes y
las largas elocuencias que terminan en nada.

 




¿Es posible poetizar el dolor?

Es posible exorcizar el dolor, hacer catarsis, pero poetizarlo es
demasiado peligroso, volvemos a lo de los malos géneros musicales.

 


¿Lina, Por qué Pez?

Una de las grandes lecciones que me dejó la Escuela de Poesía del
Festival Internacional de Poesía de Medellín, es un taller que hice con
una poeta mexicana y que me enseñó lo que los mayas llaman
Náhuatl, ese espíritu animal que se convierte en tu alter ego y la
sombra de tu personalidad; entonces decidí que lo mío sería un pez,
porque aunque según la astrología mi elemento es el fuego, donde
realmente me siento plena es en el agua.

 

 

 

LECTURAS VAIRAS.